Las colecciones del Museo Histórico Nacional cuentan con una gran variedad de piezas. A la importancia histórica, se suma el interés artístico, científico y cultural de muchas de ellas. Los objetos son plausibles de lecturas desde distintas perspectivas, si los consideramos como productos de una época y pretendemos extraer de ellos el mayor caudal de información y conocimiento posible desde la historia, las biografías, el arte o la técnica. Como breve ejemplo de esta pluralidad de enfoques presentamos el retrato de José Ellauri, obra de Carlos Enrique Pellegrini.

El artista

Charles Henri Pellegrini (Chambéry, Saboya, 1800-Buenos Aires, 1875), se formó en Turín y París y recibió su título de ingeniero en 1825. Se trasladó a Buenos Aires en el marco de los planes de modernización emprendidos por el gobierno de Martín Rodríguez (1820-1824) y su ministro Bernardino Rivadavia, continuados durante la presidencia de este último (1826-1827), contratado para el departamento de ingenieros hidráulicos. Sin embargo, la conflictividad política, la caída de proyecto rivadaviano y los crecientes enfrentamientos entre “unitarios” y “federales” cortaron abruptamente estos emprendimientos, y al llegar en 1828, Pellegrini se encontró desempleado. Los proyectos para purificar el agua del Río de la Plata, establecer una red de abastecimiento de agua potable y construir un muelle, no pudieron concretarse.

Encontró entonces en su facilidad como dibujante y pintor una herramienta para sobrevivir, vinculándose con la litografía de César Hipólito Bacle[1], principal establecimiento productor de estampas en aquel momento, y dedicándose a pintar retratos en forma independiente.

El retrato fue un género que cultivó en su relación con el patriciado rioplatense, al que conocía de las recepciones, ya que como europeo de sólida formación cultural recibía frecuentes invitaciones a los salones de la élite. Posaron para él, entre muchos otros, Lucía Carranza de Rodríguez Orey, Micaela Maldonado, Manuela Suárez Lastra de Garmendia y Manuel Masculino.

Se trata de retratos realizados a lápiz, acuarela y tinta sobre papel, de pequeñas dimensiones, caracterizados en varias oportunidades por los trazos sueltos, abocetados. El retratado constituye el elemento principal pero no se desdeña el entorno, el mobiliario, las tapicerías y otros elementos accesorios. A veces los retratados sostienen libros abiertos o documentos que delatan sus gustos o actividades, aunque también se ha señalado que, a veces, son indicios sobre el pensamiento del propio artista. Así, en el retrato –uno de los más logrados- Lucía Carranza sostiene en su mano el volumen de Las aventuras de Telémaco.[2]


[1] César Hipólito Bacle (Ginebra, hacia 1797-1802-Buenos Aires, 1838) fue el propietario de la principal litografía bonaerense de la década de 1830, y convocó a varios artistas que trabajaban entonces en la ciudad, como Arthur Onslow, Alphonse Fermepin, y Adrienne Macaire, -esposa de Bacle-. Entre sus series de estampas más renombradas figuran las “Extravagancias de 1834 o el enlace de los peinetones” y “Trages (sic) y costumbres de la Provincia de Buenos Aires”. Bacle obtuvo el nombramiento de Litógrafo del Estado en 1829.

 

Retrato de Lucía Carranza de Rodríguez Orey (1831)
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
Fuente: https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/3159

Las vistas urbanas y los paisajes constituyen la otra vertiente de su producción, materiales excepcionales por su aporte documental para el conocimiento de la fisonomía que presentaba Buenos Aires y sus principales edificios en la década de 1830.

Necesitando trabajar, y percatado de los dividendos que sus conocimientos artísticos y su formación cultural le permitían, Pellegrini incursionó en diversas actividades: fundó con Luis Aldao la “Litografía de las Artes”, publicó la Revista del Plata y pensó en abrir en Montevideo una academia de dibujo y pintura con el pintor francés Amadeo Gras.[1] Con este fin importaron desde Europa materiales (goma laca, colores al óleo, lápices, papeles de dibujo, telas y aceites), pero la situación política que desembocaría en la Guerra Grande los desestimuló, y Pellegrini no manifestó interés en trasladarse a Montevideo, donde residía Gras y donde sí podrían haber abierto su escuela.

Pellegrini formó su familia en Buenos Aires, casándose con María Bevans, hija de otro ingeniero hidráulico. Fue el padre de Carlos Pellegrini (1846-1906) periodista, político y abogado argentino, designado presidente de la Nación (1890-1892) tras la renuncia de Miguel Juárez Celman, de quien era vicepresidente.

El modelo

José Longinos Ellauri (Montevideo, 1789-1867) se trasladó a Buenos Aires para estudiar leyes y culminó su formación en la Universidad de Chuquisaca. Electo diputado por Montevideo para la Asamblea General Constituyente y Legislativa, fue también secretario de la comisión encargada de la redacción de la Constitución, y fue él quien presentó el proyecto base. Ocupó diversos cargos en la administración del nuevo estado durante los primeros años de la república: Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores y  Ministro Plenipotenciario en Europa. Fue padre de José Eugenio Ellauri, presidente de la República entre 1873 y 1875.

Pellegrini nos presenta a un hombre de mediana edad, vestido con corbata de cuello guillotina, chaqueta negra y levita azul oscuro, sentado en un sillón esculturado frente a una mesa cubierta por un tapete verde, sobre la que se despliegan documentos y libros. La pared del fondo es recorrida por una guarda en tonos ocres y amarillos, celestes y marrones. Esta guarda nos remite a la importación de papeles para pared, procedentes de las fábricas francesas, como la de Dufour, elemento decorativo incorporado por las elites del Plata en la década de 1830. Estos empapelados tanto imitaban molduras en relieve como paneles de madera, o eran ventanas abiertas a amplios paisajes, empapelados denominados “panoramas”.

Ellauri nos mira directamente. Su rostro está trabajado con trazos rápidos de tinta, algunos extremadamente finos con leves toques de color en los labios y en los ojos, el pelo revuelto a la usanza romántica.

El retrato pintado por Pellegrini da cuenta de los cargos desempeñados por Ellauri: sobre la mesa, hay un documento en el que podemos leer “Ministro de Gob.o y Rel.s Ext.s en 1831”. Con su mano izquierda, sostiene otro papel donde se lee “Miembro de la Comisión de Constitución y signatario de esta en 1829”. Los documentos, estratégicamente colocados para poder ser leídos por los espectadores, nos orientan en las principales funciones que Ellauri desempeñó, muy importantes en el proceso de conformación del Estado Oriental.

[1] Amadeo Gras (Amiens, 1805-Gualeguaychú, 1871). Pintor y músico francés, residió en Buenos Aires y Montevideo, siendo el creador de una de las primeras galerías de retratos en la región. A través de largos viajes por el continente americano, difundió su producción hasta la Confederación Argentina, Bolivia y el Perú. También practicó el daguerrotipo, técnica que se presentaba, en ciertos sentidos, como competidora de la pintura, a la vez que permitía una ampliación de las posibilidades laborales. Ver Gras, Mario César, El pintor Gras y la iconografía histórica sudamericana, Buenos Aires, El Ateneo, 1946.
[2] Las aventuras de Telémaco es una novela de Fénelon, publicada en 1699 y que su autor escribió como manual educativo para Luis, duque de Borgoña y nieto del rey Luis XIV de Francia, de quien era preceptor. Fénelon fue expulsado de la corte por las críticas que realiza en la obra al absolutismo. Se convirtió en un libro consultado por los revolucionarios y liberales, y mantuvo su éxito a lo largo de todo el siglo XIX. En el análisis que hace del retrato de Lucía Carranza, José Emilio Burucúa escribe sobre el libro: “Semejante alusión culta corresponde quizás a una voluntad del artista, sobrepuesta a la apropiación sentimental de la retratada. No resulta caprichoso pensar, en tal sentido, que la cita visual del Telémaco remita a las ideas económicas y políticas que Pellegrini compartía con personajes moderados del partido federal, por ejemplo, con el general Viamonte, quien fue gobernador de la provincia de Buenos Aires en dos ocasiones, entre 1829 y 1835, y promovió leyes de enfiteusis elogiadas ya por Fénelon, precisamente en el texto de su Telémaco.” Cita tomada de https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/3159 Más información cfr, Burucúa, José Emilio, Historia y ambivalencia, ensayos sobre arte, Buenos Aires, Biblios 2006, el capítulo “Aplicaciones del paradigma indiciario al retrato de Lucía Carranza de Rodríguez Orey”, pp. 159-166.

 
 

El retrato de Ellauri no es la única obra de este artista que posee el Museo Histórico Nacional, y actualmente ninguna se encuentra en exhibición. A través de estos artículos el museo busca difundir el acervo no expuesto.

 

Taller de investigación, conservación y restauración: Lic. Ernesto Beretta-Lic. Adriana Clavelli

Texto: Lic. Ernesto Beretta

Viernes 18 de Mayo de 2018
Ministerio de Educación y Cultura