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El naturalista y viverista de Montevideo, Pedro Margat
Jueves 22 de abril de 2021

El naturalista y viverista de Montevideo, Pedro Margat

Hoy 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Tierra, una fecha para reflexionar acerca del impacto de la actividad humana sobre el planeta así como la explotación de diversos recursos naturales. Por eso recordamos a Pedro Margat, de quien conservamos el diario de su establecimiento de horticultura y aclimatación en Montevideo. Sus documentos fueron adquiridos a familiares del naturalista en 1976, se conservan en el archivo de manuscritos de Casa Lavalleja y fueron publicados con una introducción de Juan E. Pivel Devoto en la Revista Histórica del Museo y como separata de la misma en 1977.

El diario

El diario se inicia el 20 de setiembre de 1846 y culmina en mayo de 1871. Hay períodos donde abundan los detalles sobre la actividad cotidiana del Establecimiento y asuntos personales de Margat mientras que en otros momentos la información es escueta o inexistente. Escrito en primera persona, alterna datos sobre el clima, las tareas propias de su establecimiento como limpiezas de canteros, riegos, cultivo de plantas, injertos, podas y las ventas diarias con detalles de su vida familiar y sus relaciones personales. 

También aparecen variadas referencias a sus peones, los salarios, el despido e incorporación de trabajadores, así como las deudas que mantiene con algunos en momentos concretos. En este sentido, Margat anota con detalle los pagos de sus clientes, los atrasos de algunos así como sus cuentas pendientes.


Página del libro de anotaciones de Pedro Margat que conserva una hoja de alguno de los especímenes de flora de su establecimiento. Museo Histórico Nacional, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco Acevedo, Archivo Pedro Margat, Tomo 2600, Libro de Anotaciones diversas.

Al igual que otros diarios, los asuntos de trabajo se mezclan con hechos personales, pasando de un tema a otro sin demasiados problemas. En ese sentido resulta llamativo su registro del 9 de noviembre de 1850: “por la mañana encuentro a la entrada del camino un bebe recién nacido que se dejó allí abandonado; lo levanto y lo llevo a casa: es un niño. Mi señora lo hace bautizar ese mismo día con el nombre de Pablo siendo ella la madrina y el Capitán Suárez el padrino. Se lo entrega a una señora que vive cerca nuestro para que le sirva de nodriza a la que se le paga todos los meses. Continuamos enterrando las macetas y limpiando en varios lugares”.

De Versailles a Montevideo

Originario de Versailles en Francia, Margat arribó a Montevideo en agosto de 1838 luego de un viaje de “dos meses y tres días”. Animado por su espíritu científico trajo cartas credenciales que lo presentaban frente al cuerpo diplomático francés en diferentes ciudades como Montevideo, Río de Janeiro y Valparaíso. Al Cónsul de Francia en Montevideo, Aimé Roger, se lo recomendaban como “un sabio naturalista que va para allí no para cazar hombres, sino animales y mariposas y también a buscar plantas. Le ruego que lo atienda con deferencia ya que es una persona que lo merece por su carácter y su saber”. Hay varios documentos que destacan sus conocimientos, por ejemplo llegó a ser miembro de la Sociedad Central de Horticultura de Francia, pero según sus palabras, cuando refiere a la partida de uno de sus hijos a estudiar en Francia, se formó como un autodidacta: “voy a tratar de que aprenda lo que yo siempre deseé saber, y que desgraciadamente sólo tengo un barniz, pues mi padre no oía razones al respecto y fue tan sólo por mi gran deseo de saber historia natural que adquirí algunos conocimientos”. 

Margat arribó a Montevideo, en días de la denominada Guerra Grande, conflicto que culminó en 1852 con la derrota de Rosas. Los puertos del Plata estaban bloqueados y por eso, pese a que el francés señala su buena impresión desde la bahía, enseguida advierte que “tuvimos la pena de saber que el país que creíamos tranquilo, al igual que Buenos Aires, estaba en plena revolución. La esperanza que tenía de poder vender ventajosamente las pocas plantas que me quedaban se desvaneció”. Al desembarcar, sus opiniones fueron negativas, registrando detalles sobre los habitantes de la ciudad, la suciedad, los malos olores y hasta la antigüedad de las carretas que transportaban las mercaderías. 


Pedro Margat
Estudio Fotográfico de Chute & Brooks
Montevideo, década de 1880 (aprox.)
Fotografía en papel albuminado
10,7 x 16,4 cm.
MHN Colección Fotográfica

El naturalista trajo distintas especies para vender. Aunque el viaje arruinó buena parte de sus plantas, las cuales en su mayoría llegaron sin hojas, logró colocar a buenos precios varios ejemplares. Incluso “Un propietario, rico habitante de la ciudad, que tiene una propiedad en la campaña de media legua de extensión, me ha propuesto que viva allí; que él pondría a mi disposición la cantidad de tierra que quisiera para cultivar flores y que el producto de la venta sería para mí; que tendría comida y que podría tener la cantidad de negros que quisiera para que me ayudaran, que había caballo y coche para ir a la ciudad a vender lo que tuviera; que también podría adornar de flores un lindo cantero y algunos arriates que se encuentran en su propiedad”. Se desconoce de qué “rico habitante” se trataba, Pivel Devoto sugiere a Pablo Duplessis, propietario de la fragata Louise Marie, en la que arribó el naturalista. Duplessis, de origen marsellés había hecho fortuna como importador, empresario inmobiliario y de las finanzas, contando como uno de los capitalistas principales y presidente por varios períodos del Banco Comercial. Su quinta estaba en Piedras Blancas y fue adquirida por José Batlle y Ordóñez a sus sucesores alrededor de 1904. 

Finalmente terminó alquilando una quinta en el Cordón para producir sus plantas y aclimatar las que pedía a sus padres le despacharan desde Francia. En la quinta había algunos frutales como perales, quinotos y durazneros pero rápidamente logró traer “50 clases de Perales, 25 de Manzanos, 15 de Ciruelos, 15 de Damascos, 20 de Durazneros, 12 de Cerezos, y en fin muchas otras clases de frutas secundarias, como (nísperos) del Japón y de Italia, frambuesas, grosellas, avellanas”. 

En el verano de 1840 se casó con Carmen Somarriba García y un año más tarde nació el primero de sus cuatro hijos, Pedro Antonio Margat. El sitio a Montevideo a partir del 16 de febrero de 1843 lo obligó a abandonar el Cordón y se estableció con protección de los sitiadores en el Reducto, donde había otras quintas como la de Teodoro Vilardebó.

Viverista en el “Reducto de Rondeau”

Una vez instalado en el Reducto, en el camino Burgues, prepara la tierra, los almácigos y canteros, saca yuyos y destruye hormigueros, planta árboles y hace distintas mejoras como la refacción de la casa, la instalación de un horno de ladrillos, la construcción de un galpón, el granero, la caballeriza y los primeros invernáculos con paredes de vidrio.

Rápidamente se relacionó con distintos vecinos de Montevideo insertándose en diferentes círculos sociales. Atanasio Aguirre, Comisario de Guerra desde 1825, partidario de Oribe durante el Cerrito y agente de ese Gobierno en Río Grande, fue padrino de su segundo hijo, Justo. El interés por las plantas lo acercó a Manuel Oribe, con quien compartió ejemplares que su compadre le traía de Brasil. En su diario anota de las visitas del Presidente del Cerrito, e incluso del obsequio de “una caja de semillas”. También asistió a varios propietarios a embellecer los jardines de sus quintas, incorporando especies exóticas. Entre los árboles por ejemplo, cedros del Líbano, magnolias, ébanos, olmos, tuyas, boj, pinos, ligustros, cipreses, sauces, damascos, duraznos, perales, limoneros, membrillos, ciruelos, albaricoques y vides. En relación a las plantas, con preferencia de las de flor, rosales, gardenias, nardos, azaleas, lirios, camelias, entre otras. El desarrollo y el volumen del emprendimiento se puede advertir en su diario, cuando anota en setiembre de 1849 que pensaba plantar en ese tiempo 22.000 árboles. 


Hoja membretada del Etablissement d’ Horticulture et Acclimatation de P. Margat – Montevideo. Sin datos de autor ni lugar, ¿década 1880?, litografía sobre papel, 21 x 26,5 cm. Museo Histórico Nacional, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco Acevedo, Archivo Pedro Margat, Tomo 2599, Documentos Diversos.

Además del comercio de plantas y árboles y sus servicios de jardinería, en su diario personal aparecen consignadas la venta de ramos de flores que cortaba a diario, o la fabricación de 500 coronas de laurel que le encargaron para entregar a los legionarios franceses cuando terminó la Guerra Grande. Asimismo ofreció servicios de decoración como se advierte en una crónica del matrimonio de un importante empresario de Buenos Aires en el diario capitalino El Indiscreto en 1885 “Los salones para el baile estaban espléndidamente adornados: profusión de luces y de flores naturales, artísticamente colocadas por el hábil horticultor Sr. Margat”.

Mantuvo vínculos con otros naturalistas, entre ellos Larrañaga, por entonces Vicario Eclesiástico y con el naturalista Aimé Bonpland, radicado en Santa Ana en Entre Ríos. Se vinculó con los directores del Jardín Botánico de Río de Janeiro a quienes envió semillas y árboles como lo consigna en su diario en los primeros días de marzo de 1848 y organizó “excursiones científicas” como la que relata el 20 de marzo de 1851 cuando fue con su hijo y el acaudalado comerciante Doroteo García hasta los Cerrillos y comenta que se trajo “una buena provisión” de cactus. 


Detalle de hoja membretada del Etablissement d’ Horticulture et Acclimatation de P. Margat – Montevideo. Sin datos de autor ni lugar, ¿década 1880?, litografía sobre papel, 21 x 26,5 cm. Museo Histórico Nacional, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco Acevedo, Archivo Pedro Margat, Tomo 2599, Documentos Diversos.

Además de sus servicios a familias de la ciudad influyó en el diseño de espacios públicos y en ocasiones las autoridades requirieron su asesoramiento. Por ejemplo en 1850 cuando se instaló el nuevo cementerio del Buceo, se le encargó el trazado de los caminos y su embellecimiento con diferentes árboles. En 1853 plantó cuatro ombúes, acacias de la Carolina y blancas en la Plaza Constitución. En 1867 cuando la Exposición internacional de Paris, la sección Uruguaya, premiada con una medalla de oro, incluyó una muestra del desarrollo de la industria y la actividad agropecuaria. Entre los ejemplos de la producción nacional se remitieron peras de las quinta de Margat, las cuáles eran vendidas en ese tiempo a razón de 2.000 cajones por año en Río de Janeiro. Adolfo Vaillant escribe en 1875 en su trabajo “La República Oriental del Uruguay (América del Sud) en la exposición de Viena” una detallada descripción del establecimiento de Margat que ejemplifica su prosperidad y la variedad de especies a disposición entre plantas, flores y árboles: colecciones de helechos, ejemplares de violetas, jazmines, primaveras de la China, begonias, una colección de 48 especies de eucaliptus –fue uno de los principales introductores-, coníferas, casuarinas y variedad de frutales. 


Portada del “Catálogo de los ARBOLES, ARBUSTOS, PLANTAS Y SEMILLAS QUE SE HALLAN EN EL ESTABLECIMIENTO DE HORTICULTURA Y ACLIMATACION DE PEDRO MARGAT – Jardinero y miembro de la Sociedad Central de Horticultura de Francia / Inmediato al Reducto de Rondeau, cerca de Montevideo”. Museo Histórico Nacional, Archivo y Biblioteca Pablo Blanco Acevedo, Archivo Pedro Margat, Tomo 2599, Documentos Diversos.

En 1876 un decreto estableció la creación de la Dirección General Agronómica. Aunque la medida no se cumplió, al año siguiente se instaló una Comisión Central bajo la dirección de Agustín de Castro y con la participación entre otros de Margat, Lució Rodríguez, Juan Mac Call, Modesto Cluzeau Mortet y Jacobo A. Varela. El veterano floricultor ya contaba con un gran prestigio y un establecimiento agropecuario sólido, razones que lo motivaron a confiar el 1º de mayo de 1871 el liderazgo de la empresa a sus hijos Pedro Antonio, Alfredo y Augusto con la firma de un contrato que estableció que aquellos debían pagarle $200 por mes a cambio de la entrega de todos los bienes de su establecimiento. Aunque siguió trabajando y vinculado a las plantas, flores y árboles, murió años más tarde, ya muy anciano, el 16 de junio de 1890. 

Texto: Andrés Azpiroz

El naturalista y viverista de Montevideo, Pedro Margat

 
Ministerio de Educación y Cultura