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Iconografías heroicas póstumas
Viernes 29 de diciembre de 2023

Iconografías heroicas póstumas

Iconografías heroicas póstumas


Pequeño grupo alegórico en homenaje a Leandro Gómez
Pasta imitación marfil
Sin datos de autor, hacia 1865
Base: ancho 5,6 x 5,3 cm de profundidad x 8,4 cm de alto
MHN, donación (1946)

Introducción    

Las repúblicas establecidas con la disgregación de los virreinatos luego de la Independencia debieron establecer su nuevo marco simbólico heroico y traducirlo en imágenes. En tiempos de la revolución, la acción militar y política fue la protagonista, pero con el paso del tiempo esos hechos y las personalidades que los protagonizaron se convirtieron en referencias para el cimiento de una historia nacional.[1] A medida que avanzó el siglo XIX los retratos de los héroes, los documentos relacionados con los hechos históricos y los objetos vinculados a los mismos cobraron un valor referencial en ese sentido. Sin embargo los esquemas de representación de la iconografía heroica se utilizaron simultáneamente como forma de exaltar a las personalidades sobre las cuales existía consenso, en general asociadas al proceso independentista, y a las contemporáneas, protagonistas del momento, vinculadas ahora a la confrontación político-partidaria que caracterizó al siglo XIX uruguayo.

En esta oportunidad nos centraremos, a través de dos ejemplos, en una modalidad iconográfica de orígenes europeos utilizada en nuestro país, que asocia la representación alegórica con el retrato y el heroísmo, en homenaje a los héroes fallecidos.

Esta tradición toma como base la figura clásica de la “Victoria” o del “Genio de la Victoria”. En el primer caso en forma de una joven vigorosa cuya actitud y gestualidad está en consonancia con el mensaje que se buscaba transmitir. Entre las representaciones célebres de esta figura encontramos a la Victoria de Samotracia del período helenístico (s. II a C.), y a la Victoria de Peonio del período clásico (s. V a C.), representaciones antropomorfas de Niké, la diosa griega del triunfo. Con su actitud decidida, y su marcha firme hacia el frente actúa como guía y señala el esfuerzo y la determinación. En general sus ropajes se agitan con el viento, que es además de un elemento naturalista una alusión a lo que debe enfrentarse, un viento que puede arrasarla, pero al que ella vence. Los Genios son representaciones masculinas, con un significado y construcción similar a las primeras. Algunas veces son figuras aladas, aéreas, caracterizadas entonces por su ligereza y velocidad para el triunfo.



Victorias de Samotracia y Peonio, tomadas de: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ee/Nike_of_Samothrake_Louvre_Ma2369_n2.jpg
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/61/Nike_of_Paionios%2C_Olympia_Archaeological_Museum_%2816309967616%29.jpg 

Tanto por las esculturas antiguas descubiertas en las ruinas y excavaciones, como por las referencias brindadas en los textos clásicos, esta concepción alegórica se transmitió al Renacimiento y desde allí se prolongó su uso, adaptado a las pautas del arte académico europeo.

Una pequeña memorabilia en el Museo Histórico Nacional

El término latino memorabilia refiere a aquello que debe ser recordado, episodios, personas, hitos de distinto signo. La conmemoración, es decir, el rememorar juntos utilizó elementos materiales que permitían centrar la atención y dirigir las emociones hacia personajes y acontecimientos concretos. En el acervo del museo es frecuente encontrar fragmentos de banderas utilizadas en combates fundamentales cosidas en actas con dedicatorias, hojas y ramas de árboles (el “árbol de Artigas”, por ejemplo), incluso restos físicos de los héroes (pañuelos o ropas manchadas de sangre, cabellos o dientes). Y esto se aplica también a la memoria familiar, en la intimidad del hogar: retratos de parientes fallecidos acompañados de un mechón de cabellos contenidos en relicarios, por ejemplo.

Tras el sitio de Paysandú durante la invasión de Venancio Flores, entre 1864 y comienzos de 1865, un sector de la opinión política reivindicó a Leandro Gómez como modelo de heroicidad y entrega a una causa, reivindicación aumentada por su ejecución, el 2 de enero de 1865. El sitio de la ciudad y sus héroes circularon en abanicos con fotografías, en composiciones poéticas y también en una serie de objetos, de los cuales seleccionamos un pequeño grupo escultórico. Se trata de una pieza seriada de la que el museo conserva dos ejemplares, realizada en pasta imitación marfil, de modelado delicado, que conjuga una serie de elementos de fuerte simbolismo. Su figura principal es una Victoria alada, vestida con túnica clásica de pliegues muy elaborados que porta una trompeta apuntando hacia abajo, como se portan las armas en señal de luto, “a la funerala”. Apoya su brazo derecho en una columna truncada, elemento arquitectónico caracterizado por su fortaleza, ya que sostiene los edificios, pero que al estar rota alude a la pérdida de dicha fuerza, a la muerte.[2]

En el fuste de la columna se encuentra el retrato de Leandro Gómez, realizado a partir de una fotografía que circuló en Montevideo en tiempos del sitio de Paysandú.



Retrato fotográfico de Leandro Gómez y busto tallado en el grupo alegórico.

La Victoria lleva en su mano derecha una corona de laurel, que en forma “casual”, queda ubicada sobre el retrato. Las coronas de laurel aluden al triunfo, en este caso, al heroísmo, a la entrega de la propia vida. Se trata de un accesorio utilizado por los emperadores romanos, pero cuyos orígenes son mitológicos: la leyenda de Apolo y Dafne, una de cuyas versiones nos brinda Ovidio en Las metamorfosis.[3] El dios, enamorado de la ninfa, comenzó a perseguirla y ella, consciente de la imposibilidad de escapar por sus propios medios de una divinidad pidió ayuda a su padre, el río Ladón, quien la convirtió en un laurel, impidiendo que Apolo la atrapara. El dios, reconociendo haber sido vencido por la ninfa, estableció que el laurel sería su árbol, y que los triunfos de los hombres en las letras, las armas o los deportes fueran reconocidos con coronas tejidas con sus ramas.


Apolo y Dafne, escultura de Gian Lorenzo Bernini, 1625. Imagen tomada de: http://domuspucelae.blogspot.com/2019/07/visita-virtual-apolo-y-dafne-una.html

El sepulcro de Atanasio Sierra, “uno de los Treinta y Tres”

Este esquema de representación fue utilizado también por el escultor italiano José Livi (Carrara o inmediaciones, península italiana, 1830-París (¿), 1890) para el sepulcro de Atanasio Sierra, integrante del grupo de los Treinta y Tres Orientales, ubicado en el Cementerio Central de Montevideo, erigido en la década de 1860. El artista utilizó elementos iconográficos muy similares a los de la figura antes analizada, con leves variantes, que mantienen igualmente el reforzamiento simbólico. En este caso, el retrato, tallado en un medallón, se encuentra colocado con artístico descuido sobre una panoplia o trofeo de armas. Si el retrato es moderno, es decir, el personaje lleva el uniforme militar del siglo XIX y los cordones de Ituzaingó [4], las armas de la panoplia o trofeo son clásicas, en la medida que se consideraba que la ambientación en la antigüedad otorgaba una aureola de prestigio, vinculando a los héroes contemporáneos con los de la antigüedad. Entre la coraza, casco, carcaj con flechas y hacha surgen las consabidas ramas de laurel. Al lado de la panoplia se encuentra un genio militar alado, también de características clásicas, en actitud doliente que, derrotado por el sufrimiento que le causa la muerte del héroe llora apoyado en una lanza, y también, en forma “descuidada”, deja sobre la cabeza de Atanasio Sierra, la corona de laurel que lleva en su mano izquierda.


Sepulcro de Atanasio Sierra en el Cementerio Central de Montevideo, obra de José Livi.

Conclusiones

Estas formas de representación cargadas de simbolismo señalan la difusión durante el siglo XIX hacia el Río de la Plata de modelos iconográficos ya asentados en Europa, aceptados progresivamente por la sociedad local. En general su introducción se debió al accionar de artistas italianos y franceses principalmente, conocedores de la construcción alegórica y de los elementos significantes que la complementaba. Estas figuras alegóricas reflejan con su actitud emocional, postura y constitución física el sentimiento que debía asumirse en relación con la personalidad o acontecimiento al cual referían, sentimiento que en última instancia se esperaba despertar en la ciudadanía. En el caso de héroes consagrados como forjadores de la patria este sentimiento correspondía a todos, en el caso de héroes partidarios, sus colectivos también esperaban difundir ese sentimiento en el resto de la sociedad, situándolos en el panteón de los héroes nacionales.

Lic. Ernesto Beretta García

 




[1] Los compendios de biografías de personajes, como el de Isidoro de María, Rasgos biográficos de hombres notables de la República Oriental del Uruguay (1879-1880), o los libros y folletos sobre acontecimientos históricos, como del mismo autor Anales de la Defensa de Montevideo (1883) fueron materiales fundamentales para la cimentación de esta historia.

[2] La columna trucada, con su simbolismo funerario, fue utilizada también en sepulcros, como el de Luis Pedro de Herrera, fallecido en 1857, ubicado en el Cementerio Central de Montevideo.

[3] Publio Ovidio, Las metamorfosis, edición digital, pp. 15-16, en  https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Ovidio-Metamorfosis-bilingue.pdf

[4] Los cordones de Ituzaingó son una condecoración militar otorgada a los combatientes en la batalla homónima, ocurrida en 1827, durante la Cruzada Libertadora contra el Brasil. Presenta variantes de acuerdo a los diferentes grados militares.

Iconografías heroicas póstumas

 
Ministerio de Educación y Cultura